Este martes, Interpol arrestó a 25 personas sospechosas de pertenecer al grupo de activismo digital Anonymous, la mayoría de ellos en América Latina.
En Argentina arrestaron a diez personas, en Colombia a cinco y en Chile a seis, entre ellos dos menores de edad y dos estudiantes de ciencias informáticas.
La filosofía detrás de Anonymous es que cualquier ciudadano del mundo puede ser parte de él. Aunque existe un grupo de fundadores con unas causas ideológicas concretas, hoy el fenómeno ha adquirido nuevas connotaciones y adeptos.
En Latinoamérica, Anonymous -pero también grupos y usuarios que dicen ser parte del movimiento- ha realizado ataques cada vez más frecuentes en los últimos años: atacaron a los carteles mexicanos, las empresas Petrobras y la Receita Federal en Brasil, el sitio web de Carabineros de Chile, la página del congreso peruano, el sitio web del senado argentino y los ministerios de Defensa y de Educación de Colombia.
Pero más allá de los ataques, ¿cuál es la presencia real de Anonymous en América latina, si es que en realidad la hay? ¿Qué tan organizados están? ¿Por qué sus ataques parecen ser tan eficientes en el continente?
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